When the
men on the chessboard get up and tell you where to go
and you've just had some kind of mushroom, and your mind is moving low
Go ask Alice, i think she'll know
and you've just had some kind of mushroom, and your mind is moving low
Go ask Alice, i think she'll know
White Rabbit, Jefferson
Airplane
Como conejitos blancos y
dóciles nos levantamos cada mañana a ocupar el lugar que nos han impuesto en
este mundo. Corremos atareados por los laberintos en los que nos han metido sin
saber cuál es la razón de tanta urgencia, sin apenas tiempo para pararnos un
segundo a pensar qué estamos haciendo. Creemos sinceramente que hacemos lo que
tenemos que hacer, que nuestras familias, nuestros hijos, nuestros amigos
necesitan que sigamos ejecutando la danza de los malditos y que formemos parte de
alguno de los círculos del infierno.
El mapa del Infierno, Sandro Botticelli
Dante Alighieri describe el
Averno como una gigantesca diana de nueve círculos con vestíbulo incluido. Al
Ante Inferno envía a los que han vivido sin mérito, a los inútiles, a aquellos
infelices que sólo viven su vida sin agredir ni medrar, a la vecina de al lado
de la que no sabes siquiera su nombre. El primer círculo está diseñado para los
no bautizados, es el limbo de los que ya no pueden creer en nada porque toda
creencia los ha defraudado, los que hacen el bien porque sí, sin esperar ni paraíso ni trofeo alguno. El segundo círculo está pintado de rojo puticlub, es el
ocupado por los lujuriosos, por los que aman a sus parejas, habituales o
eventuales, con todo su cuerpo. Son los que no tienen vergüenza por sentir
deseo de mezclar sus fluidos con los de otros semejantes en una sopa cósmica de
amor y sexo.
En el tercero, los pecadores
se alinean silenciosamente en largas colas ante los comedores de caridad y los
bancos de alimento. Son los golosos, los que quieren que sus hijos coman todos
los días y tienen la insolencia, además, de querer comer ellos también. Los
condenados del cuarto círculo arrastran enormes cantidades de deuda pública,
son los avaros y los pródigos que en vida protestaron por soportar sobre sus
miserables sueldos la carga del despilfarro y la corruptela. Se maldicen unos a
otros por haber malgastado su patrimonio pagándole la ortodoncia a su hijo o
por haber estirado al infinito los euros para llegar a fin de mes. El quinto
anillo es para los iracundos y los perezosos. Todos aquellos que, berreantes,
se manifestaron por la injusticia que los aplasta, los que lucharon para no
tener que trabajar doce horas sin compensación alguna y los que, en el rincón más
horripilante, se amontonan desesperados porque se agacharon a coger un
adoquín. En el sexto círculo, lleno de llamas y diablos horripilantes, se achicharran
los herejes: voces que se alzan con el discurso políticamente incorrecto, bocas
abiertas a la verdad que ignoran los mandamases. En este círculo deberíamos
encontrar a más periodistas pero la realidad es que no hay muchos, están en su
infierno particular, el de las lenguas largas y los culos gordos.
El último círculo está custodiado por gigantes de naturaleza antihumana, es un círculo helado de cuatro zonas donde
habitan los traidores, los peores de todos. Son aquellos que votaron a un partido político que les ha engañado, robado e insultado, y
que ya nunca volverán a votar; otros que, firmando una draconiana hipoteca, han
traicionado la confianza de su banco al no poder pagar sus cuotas; los que no
ponen la calefacción, aunque se mueran de frío, cometiendo la peor deslealtad
hacia los imperios energéticos; los que han decidido llevar su felonía al
extremo de dejar de consumir por falta de recursos…
Burning from the inside, Alemania 22/5/2013
Llegando al cogollo de esta roja coliflor,
Dante se sofistica creando castigos específicos para hazañas tremebundas de maldad consciente. El séptimo círculo se divide en los tres giros de la loca
violencia: la agresión al prójimo, o como cuando empujas a un policía para
evitar que apalee a un yayo flauta; la agresión a uno mismo o como cuando
alguien se tira del balcón mientras los agentes judiciales embargan su casa; y
los violentos contra Dios, o como cuando la gente se manifiesta ante el
parlamento, sede de la divina democracia. El octavo está tan concurrido que se
tuvo que dividir en diez fosas para dar cabida a los que pecaron con la malicia
del fraude. Alguna de ellas están habitadas por malversadores que no le dicen a
la cajera del supermercado que se equivocó en la vuelta porque así tienen para
comprar el pan del día; las mamás embaucadoras que engañan a sus hijos
diciéndoles que los Reyes Magos ya no tienen dinero para juguetes; los
aduladores que pelotean a la mujer de su jefe para no ser despedidos; los
ladrones de cajas de leche y yogures; los falsificadores de la cartilla del
paro…
Andrea Shroeder, Helden
Este es el flamígero infierno que nos
rodea, vivimos en él como conejos asados entre las llamas, como pequeños héroes de a
pie, soplándonos la solapa cuando una pavesa salta a ella; y mirando hacia adelante, o a
lo que creemos que es adelante porque, como dije al principio, este infierno es
un círculo concéntrico que no tiene salida. ¿En cual de ellos arderás más cómodo? ¿Quieres ser libre ardiendo con nosotros?
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